Buscando un tema para reflexionar esta semana tomé un libro de frases, lo abrí durante la mañana y apareció una de Kuan Tzu, luego lo cerré y comencé mi día. Por la noche nuevamente abrí el libro y, oh causalidad, nuevamente la frase se presentó.
Dice lo siguiente:
«En el nacimiento de todos los hombres, el cielo provee la esencia y la tierra provee la forma. La unión de estos dos constituyentes origina al hombre. Si armonizan, nace. Si no armonizan, no nace»
La Teosofía explica que el hombre es producto de la unión: espíritu – materia. Para muchas personas estos son opuestos e irreconciliables. Lo material va por un lado generando seres que se desviven por tenerlo y acumularlo, y lo espiritual por otro, siendo tan sublime que nadie sabe bien cómo alcanzarlo.
Lo cierto es que en este momento, en este tiempo de vida en la Tierra, necesitamos de un sostén material para tomar experiencia y expresar nuestra calidad humana. El cuerpo es el vehículo que permite tener esa vivencia; la casa que habitamos y las cosas que usamos son herramientas que nos ayudan a llevar adelante esa tarea.
El problema surge cuando lo material se vuelve el único motor de nuestra vida y lo espiritual queda rezagado para un día en la semana dentro de una iglesia – sinagoga o, ni siquiera eso.
Antes de nacer físicamente ya tenemos un existencia espiritual y con ella elegimos la familia que va a acompañarnos, con alegrías o dolores, en cada encarnación. También los rasgos físicos, emocionales y mentales que nos ayudarán a crecer. Es nuestra alma la que los elige porque sabe por qué tipo de pruebas deberá pasar nuestra personalidad para despertar.
Comúnmente el hombre toma conciencia de sus acciones equivocadas cuando las sufre, cuando le duelen, ahí ve lo que quizás hace años viene haciendo sufrir a los demás. Llegará el día en que la humanidad considerará las consecuencias de todos sus actos y no habrá división entre lo propio y lo ajeno.
El cielo y la tierra, la materia y el espíritu son dos caras de la misma moneda. La Teosofía enseña que la materia es «energía» al igual que el espíritu, solamente que más densa. Esa energía nos sumerge en las profundidades de lo concreto o en la esencia de lo divino.
Cuando la materia y el espíritu se armonizan, como dice la frase, «nace» el verdadero hombre, ese que elige tomar del mundo lo que se le presenta para hacer servicio, para ser mejor persona, para redistribuir la riqueza (oro, comida, poder o felicidad) a los habitantes del planeta, sin distinción de raza, credo, color o forma.
«Aquel en cuyo corazón Dios se ha manifestado, trae Paz, Alegría y Deleite donde quiera que va»
¿Qué significa»No nacer»? Es haber tenido la posibilidad de vivir para lograr esto y elegir por egoísmo, capricho o ignorancia permanecer cuidando sólo lo propio sin alcanzar jamás la felicidad ni desarrollar la maravillosa capacidad de ofrecérsela a alguien.
Orientación Teosófica 